El triángulo estratégico Rusia, India y China ante el desafío hegemónico estadounidense

La propuesta del ministro de Relaciones Exteriores ruso Sergei Lavrov de revitalizar el mecanismo trilateral Rusia-India-China (RIC) representa más que una simple iniciativa diplomática; constituye la manifestación contemporánea de una visión geopolítica que trasciende las circunstancias coyunturales.

El concepto RIC, concebido originalmente por Yevgeny Primakov en la década de 1990, emerge como una respuesta estructural al orden unipolar dominado por Estados Unidos, ofreciendo un paradigma alternativo basado en la multipolaridad y el equilibrio de poderes.

La reciente declaración de Lavrov en el foro de seguridad euroasiático de Perm adquiere particular relevancia en el contexto actual, donde las tensiones geopolíticas globales han alcanzado niveles no vistos desde la Guerra Fría.

Su llamado a aprovechar la desescalada sino-india para reconstituir el triángulo estratégico refleja una comprensión sofisticada de las dinámicas regionales y su impacto en el equilibrio de poder global.

Los fundamentos históricos del paradigma RIC

La génesis del mecanismo RIC debe entenderse en el contexto de las transformaciones geopolíticas de los años noventa. Primakov, con su notable perspicacia estratégica, identificó tempranamente las limitaciones inherentes de un orden mundial unipolar y la necesidad de construir contrapesos institucionales.

Su propuesta no era meramente reactiva ante el poder estadounidense, sino proactiva en la construcción de una arquitectura de seguridad alternativa.

La implementación gradual de esta visión demostró su viabilidad práctica. Las reuniones ministeriales iniciadas en 2002 y la primera cumbre independiente en Vladivostok en 2005 establecieron precedentes institucionales sólidos.

La posterior cumbre tripartita de 2006 en San Petersburgo, donde Putin recibió a Hu Jintao y Manmohan Singh, representó un hito en la materialización de esta arquitectura multilateral.

Es particularmente significativo que el RIC haya servido como precursor de los BRICS, una agrupación que, según Artyom Lukin de la Universidad Federal del Lejano Oriente, constituye “un bloque de construcción crucial en la construcción de un orden mundial que ya no está dominado por Occidente”. Esta evolución institucional demuestra la capacidad de adaptación y expansión del modelo original primakoviano.

La Diplomacia Rusa: Pragmatismo Estratégico y Visión de Largo Plazo

La persistente promoción rusa del mecanismo RIC, especialmente tras el enfrentamiento sino-indio de 2020 y el reciente conflicto indo-pakistaní, evidencia una comprensión sofisticada de la geopolítica asiática.

Moscú no se limitó a observar pasivamente el deterioro de las relaciones sino-indias; por el contrario, asumió un papel mediador activo, organizando dos reuniones de alto nivel entre funcionarios de defensa y política exterior de ambos países.

Esta intervención diplomática reveló la influencia única de Rusia dentro del triángulo estratégico. A diferencia de otros actores regionales o globales, Moscú mantiene relaciones privilegiadas tanto con Beijing como con Nueva Delhi, posicionándose como el “punto de apoyo” natural del mecanismo.

Los intentos de Putin de impulsar una cumbre sino-india en diciembre de 2021, mediante conversaciones separadas con Xi Jinping y Narendra Modi, ilustran esta capacidad mediadora distintiva.

La visión estratégica rusa trasciende los beneficios inmediatos. Como señala Igor Denisov del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad MGIMO, el mensaje de Lavrov refleja el deseo de que Beijing y Delhi “se centren en la cooperación multilateral, como el desarrollo de la Ruta del Mar del Norte en el Ártico”.

Esta perspectiva demuestra cómo Moscú concibe el RIC no solo como un mecanismo de contención, sino como una plataforma para proyectos de desarrollo conjunto que fortalezcan la conectividad euroasiática.

Las Complejidades de la Ecuación Sino-India

El renacimiento del RIC enfrenta obstáculos significativos derivados de la compleja relación sino-india. Las tensiones fronteriza que culminaron en el enfrentamiento de 2020 representan solo la manifestación más visible de una desconfianza estructural más profunda.

La disputa no se limita a cuestiones territoriales; refleja rivalidades geopolíticas más amplias relacionadas con la influencia regional y el equilibrio de poder en el sur de Asia.

La continuación de la acumulación militar e infraestructural a lo largo de las fronteras en disputa, incluso después del acuerdo de retirada de octubre de 2024, sugiere que la desescalada táctica no ha resuelto las tensiones estratégicas subyacentes.

El reciente uso de combatientes de fabricación china por parte de Pakistán en enfrentamientos con India añade una dimensión adicional de complejidad, involucrando el triángulo estratégico Pakistan-China-India en la ecuación RIC.

Sin embargo, estas tensiones no deben interpretarse como impedimentos insuperables. Como observa Deepak Yadav de la Universidad de Delhi, “el foro RIC definitivamente tiene la clave para hacer que el mundo sea multipolar en el futuro”, aunque reconoce que “el mayor obstáculo en el camino de la cooperación trilateral son las relaciones bilaterales desconfiadas entre India y China”.

La posición india dentro del triángulo RIC presenta paradojas fascinantes que reflejan las complejidades de su política exterior contemporánea. Por un lado, Nueva Delhi mantiene vínculos históricos profundos con Moscú, particularmente en los ámbitos de defensa y energía.

Por otro, la administración Modi ha desarrollado una asociación estratégica significativa con Washington, incluyendo su participación en el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad).

La perspectiva de Lin Minwang del Centro de Estudios del Sur de Asia de la Universidad de Fudan ilustra esta dicotomía: mientras China y Rusia ven el RIC como un contrapeso a Estados Unidos, “la administración del primer ministro indio, Narendra Modi, se ha alineado significativamente con Estados Unidos en los últimos años”.

Esta alineación ha generado reticencias indias hacia una participación más profunda en mecanismos percibidos como anti-estadounidenses.

Las preocupaciones de Lavrov sobre los intentos de la OTAN de atraer a India hacia “planes anti-China” y su participación en agrupaciones lideradas por Estados Unidos reflejan esta tensión.

Su advertencia sobre la creciente militarización del Quad, donde “las naciones del Quad ya se están esforzando, y con notable persistencia, por organizar ejercicios navales”, sugiere una comprensión aguda de cómo estas dinámicas podrían complicar la reconstitución del RIC.

El Factor Trump

La perspectiva de la política exterior en esta segunda administración Trump introduce variables impredecibles que podrían paradójicamente fortalecer el triángulo RIC. Como observa Lukin, si bien las condiciones para el RIC no eran “muy prometedoras”, “Trump y sus políticas de ‘Estados Unidos primero’ podrían ser un catalizador para revivir el triángulo estratégico”.

El programa de “aranceles recíprocos” trumpiano ha generado inquietudes entre los principales socios comerciales estadounidenses, incluyendo India. Esta política proteccionista podría crear incentivos para que las tres potencias asiáticas busquen alternativas comerciales y económicas que reduzcan su dependencia del mercado estadounidense.

La experiencia de las reuniones trilaterales de 2018 en Buenos Aires y 2019 en Osaka, realizadas durante la primera administración Trump cuando “el mundo lidiaba con iniciativas proteccionistas”, ofrece precedentes útiles.

Esta dinámica sugiere que las políticas estadounidenses agresivas podrían generar efectos contraproducentes, fortaleciendo precisamente los mecanismos que buscan contener.

Sin embargo es necesario señalar que, aunque la imprevisibilidad de Trump en comercio y diplomacia podría catalizar la cooperación trilateral, la administración de Modi estaría menos motivada porque no quiere antagonizar a Washington.

Por lo cual esto subraya las limitaciones de la presión externa como factor unificador cuando existen incentivos contradictorios.

La Dimensión Energética y Económica

Más allá de las consideraciones geopolíticas, el triángulo RIC posee fundamentos económicos sustanciales que podrían impulsar su revitalización. La complementariedad económica entre las tres potencias es notable: Rusia aporta recursos energéticos y materias primas, China ofrece capacidad manufacturera y tecnológica, e India proporciona servicios, tecnología de la información y un mercado doméstico en expansión.

El desarrollo de la Ruta del Mar del Norte ártica, ejemplifica las oportunidades de cooperación multilateral que trascienden las rivalidades bilaterales. Este proyecto podría conectar los mercados asiáticos con Europa a través del territorio ruso, ofreciendo una alternativa a las rutas marítimas tradicionales controladas por potencias navales occidentales.

La dimensión energética es particularmente significativa. La dependencia energética india podría satisfacerse mediante suministros rusos a precios competitivos, mientras que China busca diversificar sus fuentes energéticas para reducir vulnerabilidades geopolíticas.

La creación de mecanismos de pago alternativos, como los sistemas de liquidación en monedas nacionales, podría fortalecer la autonomía financiera del triángulo frente a las sanciones occidentales.

La reconstitución efectiva del RIC enfrenta desafíos institucionales significativos que van más allá de las tensiones bilaterales. La coordinación de políticas entre tres sistemas políticos distintos, con intereses nacionales a menudo divergentes, requiere mecanismos institucionales sofisticados y flexibles.

La experiencia de más de 20 reuniones ministeriales previas, “no solo a nivel de ministros de Relaciones Exteriores, sino también con la participación de los líderes de las comunidades económicas e instituciones comerciales y financieras de las tres naciones”, según Lavrov, proporciona una base institucional sólida.

Sin embargo, la traducción de estos encuentros en políticas coordinadas y acciones conjuntas presenta complejidades adicionales. La guerra en Ucrania ha añadido una dimensión complicada, ya que Rusia, como “punto de apoyo” del triángulo, “se ha distraído” con el conflicto.

Esta situación limita la capacidad rusa de dedicar recursos diplomáticos y políticos plenos a la iniciativa RIC, aunque paradójicamente podría aumentar su motivación para desarrollar alternativas al sistema occidental.

La Multipolaridad como Proyecto Civilizacional

La propuesta de revitalización del RIC debe entenderse dentro del contexto más amplio de la transición hacia un orden mundial multipolar. Este no es simplemente un reequilibrio de poder, sino una transformación fundamental de los principios organizativos del sistema internacional.

El modelo unipolar, con su énfasis en la hegemonía y la conformidad normativa, está siendo desafiado por un paradigma multipolar que privilegia la diversidad, la soberanía y el equilibrio.

La visión rusa, heredera de la tradición primakoviana, reconoce que esta transición requiere instituciones alternativas capaces de canalizar las aspiraciones de las potencias emergentes.

El RIC, en este sentido, trasciende su función como mecanismo de consulta para convertirse en un laboratorio de gobernanza multipolar, donde se experimentan nuevas formas de coordinación internacional basadas en el respeto mutuo y el beneficio compartido.

Esta dimensión civilizacional del proyecto RIC explica su atractivo duradero a pesar de las dificultades prácticas. Representa una alternativa al modelo occidental de orden internacional, ofreciendo un espacio donde las civilizaciones asiáticas pueden articular sus propias visiones de gobernanza global sin renunciar a sus particularidades culturales y políticas.

La iniciativa de Lavrov para revitalizar el RIC refleja una comprensión sofisticada de las dinámicas geopolíticas contemporáneas y una visión estratégica de largo plazo que honra el legado intelectual de Primakov.

A pesar de los obstáculos evidentes, particularmente las tensiones sino-indias y la ambivalencia india hacia compromisos anti-estadounidenses, el triángulo estratégico mantiene un potencial transformador significativo.

La perspectiva rusa demuestra un pragmatismo estratégico notable, reconociendo tanto las limitaciones actuales como las oportunidades futuras. La capacidad de Moscú para mantener relaciones privilegiadas con Beijing y Nueva Delhi, combinada con su papel mediador demostrado, posiciona a Rusia como el facilitador natural de esta cooperación trilateral.

La clave estará en la capacidad de los tres países para “separar las diferencias bilaterales de la cooperación multilateral”, como sugiere Denisov, construyendo áreas de colaboración práctica que generen beneficios mutuos tangibles.

Finalmente, el RIC representa más que una alianza táctica contra la hegemonía estadounidense; constituye un proyecto civilizacional alternativo que busca crear un orden mundial más equilibrado y representativo.

Fuente: Huele a azufre 

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