Entre los años 1966 y 1976, la Gran Revolución Cultural china significó un retroceso de proporciones calamitosas para el país. En octubre de ese último año, el grupo que había usurpado de facto el poder fue desplazado definitivamente, la deformación “izquierdista” en el manejo de la sociedad y el Estado y en particular de la economía, destruyó en proporciones monumentales todos los avances alcanzados en materia de desarrollo económico, en especial en el área de modernización industrial.
Se calcula que las pérdidas de la economía nacional ascendieron a alrededor de 260 mil millones de dólares de Estados Unidos de la época.
No obstante, otro mal, de carácter estructural aquejaba al país, la economía fuertemente planificada, aunque en plena expansión, limitaba el crecimiento de una población que aspiraba a mejorar sus condiciones de vida, así mismo, el poder de decisión económica se encontraba centralizado de manera excesiva por lo que las empresas no podían tomar determinaciones respecto de sus planes y proyectos lo cual además conducía a trabas de carácter burocrático que constreñían el uso de recursos, paralizando el crecimiento de la economía.
Todo ello fue mermando la eficiencia en la economía y, como consecuencia, afectando las condiciones de vida de la población en tanto sus ingresos no le alcanzaban para encarar las necesidades básicas. Otros fenómenos como la escasez y el racionamiento comenzaron a generalizar el malestar en los ciudadanos.
En 1978, el 25% de la población vivía por debajo de la línea de pobreza, todo lo cual era expresión de que algo no estaba funcionando bien y que la economía planificada por sí sola no permitía elevar los niveles de vida de la población como se había pensado. Expresión clara de esta situación era que ese año, el PIB per cápita de China era de sólo 127 dólares estadounidenses, en comparación con los 9.687 dólares de ese país, es decir 76 veces el de China.
Por su parte el de Alemania Occidental era 81 veces y el de Japón 66 veces superiores al de China que se ubicaba en los últimos puestos mundiales— en la lista de 190 países— a la par de los más atrasados y recientemente salidos de la situación colonial, como Zaire.
Ya en 1977, las provincias de Anhui y Sichuan pusieron en práctica una nueva modalidad de producción ensayando un sistema privado para la responsabilidad y puesta en marcha de la producción agrícola, que trajo un considerable aumento en la producción. En el Cuarto Plenario del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) se aprobó un documento denominado “Cuestiones relativas al aceleramiento del desarrollo agrícola”, el cual se orientaba a apuntalar el novedoso y exitoso sistema de producción rural privado.
Para leer un recuento de los progresos alcanzados en 45 años de reforma y reapertura en China
“A finales del año 1978, el PCCh celebró la Tercera Sesión Plenaria de su Comité Central que discutió acerca de la necesidad de corregir a profundidad los errores del izquierdismo, de la Revolución Cultural y del modelo económico, poniendo el énfasis en la modernización socialista de la economía, así como esbozando los pilares sobre los que se habría de construir el socialismo con peculiaridades chinas.”
Coadyuvando con el espíritu de apertura que se abría en el país, en mayo de 1978, la Escuela de Cuadros del PCCh publicó en la revista Tendencias Teóricas, el artículo “La práctica es el único criterio para descubrir la verdad”, el cual se reprodujo en todo tipo de publicaciones a lo largo y ancho del país, y en el que se invitaba a debatir francamente y sin cortapisas sobre la realidad y los problemas.
Estas actividades fueron creando condiciones para la realización de una discusión en el seno del Partido que acogiera las demandas crecientes de la sociedad, que se habían transformado en una necesidad para la sobrevivencia en lo inmediato, pero que debían proyectar el futuro a través de medidas concretas que dieran cuenta de la difícil realidad y ofrecieran un camino para salir del marasmo y transformar el país desde el punto de vista de los objetivos estratégicos que se habían propuesto al fundar la Nueva China en 1949 y que se encontraban estancados.
A finales del año 1978, el PCCh celebró la Tercera Sesión Plenaria de su Comité Central que discutió acerca de la necesidad de corregir a profundidad los errores del izquierdismo, de la Revolución Cultural y del modelo económico, poniendo el énfasis en la modernización socialista de la economía, así como esbozando los pilares sobre los que se habría de construir el socialismo con peculiaridades chinas.
Con ello dio inicio a la política de “Reforma y Apertura” en base a las cuatro modernizaciones que había enunciado Zhou Enlai y que Deng Xiaoping adoptó como directrices para el desarrollo de China: en agricultura, industria, defensa y ciencia y tecnología.
Al hacer un análisis de las enseñanzas que su padre había tomado de la Revolución Cultural, Deng Rong (2002) lo explica con minucioso detalle:
“Las reformas estructurales económicas instituidas después de la Revolución Cultural estaban en armonía con las fuerzas productivas y las relaciones de producción. A medida que las relaciones de producción se ponían en orden y se ajustaban, y las fuerzas productivas eran valoradas nuevamente, se determinó que la construcción económica era el centro de la etapa inicial del socialismo. La condición precedente a la restructuración económica era la sobria afirmación de que China solo estaba en una etapa inicial del socialismo. Nuestro nivel de producción era bajo; nuestra ciencia y tecnología se habían estancado. Una mejora en el sustento de las personas se había obstaculizado por un sistema económico anticuado. Nuestra reforma tenía que ser audaz pero gradual, teníamos que blandir una gran hacha pero con sumo cuidado, aprovechar cada oportunidad pero debíamos ser cautelosos en nuestro camino, avanzar constantemente pero mantenernos vigilantes a los cambios de tiempo”.
Como parte de las variaciones políticas que se avecinaban, en febrero de 1980, el Quinto Plenario del Comité Central del PCCh, rehabilitó póstumamente a Liu Shaoqi y a todos aquellos dirigentes que habían sido víctimas inocentes de la “Banda de los Cuatro”, dando al país una señal en torno a la dirección que habría de tomar la nueva política.
Según Deng Xiaoping, se trataba de corregir los errores “izquierdistas” que se habían cometido, lo cual, reconocía, no fue posible entre 1977 y 1978, hasta que se realizó el tercer Plenario. Deng valoró como muy importante que en ese cónclave se llegara a sintetizar treinta años de experiencia de la República Popular, lo cual permitió elaborar las políticas de reforma y apertura, entendiendo que la segunda comprendía aspectos de los ámbitos interior y exterior.
De la misma forma, este trascendente evento, se propuso, —como línea fundamental— trasladar el centro de gravedad del trabajo a la modernización socialista sin interferencias, realizar las cuatro modernizaciones y la nueva política, teniendo al país en una situación de estabilidad y unidad y un ambiente internacional de paz, para lo cual se plantearon luchar contra el hegemonismo y coadyuvar en la salvaguarda de la paz mundial.
Vistas así las cosas, esta política era la única salida posible ante la situación creada si se quería amparar los principios fundacionales de la Nueva China, por lo que la reforma comenzó expandiendo los derechos de las empresas a tomar sus decisiones.
Se tuvo especial cuidado de entender y explicar que economía de mercado y economía planificada no eran conceptos dicotómicos, sino que había que aprovechar los aspectos positivos de cada uno a favor del objetivo estratégico, en particular había que aprender de los métodos de operación y gestión que funcionan en el capitalismo sin que ello signifique aceptar por completo sus reglas, sino de aprovechar éstos para desarrollar las fuerzas productivas desde el socialismo, para lo cual la “regla de oro” fue no considerar al capitalismo como un fin, sino como un medio que no cambiaría la esencia socialista de China ni la devolvería al capitalismo.
Muchos años después, el 24 de diciembre de 1990, durante una conversación con dirigentes del Comité Central del PCCh, Deng, lo planteó con esmerada precisión:
“En lo teórico debemos llegar a comprender que la diferencia entre capitalismo y socialismo no reside en problemas como la disyuntiva planificación o mercado. En el socialismo también hay economía de mercado, igual que existe control planificado en el capitalismo. ¿Acaso en las condiciones del capitalismo ya no hay control alguno y uno puede portarse a su libre voluntad? ¡El trato de nación más favorecida no es otra cosa que control! No se crea que practicar cierta economía de mercado es seguir el camino capitalista. ¡Nada de eso! Tanto la planificación como el mercado son necesarios. Sin desarrollar el mercado, uno no tiene acceso ni siquiera a la información mundial, lo que significa resignarse a quedarse a la zaga”.
El 1° de septiembre de 1982 dio inicio al trascendental XII Congreso Nacional del Partido Comunista de China. La agenda de tres puntos que constaba en el orden del día del evento exponía que el primero y más importante era el examen del Informe del anterior Congreso y la definición del programa del PCCh destinado al despliegue de todas las fuerzas encaminadas a trazar nuevas perspectivas para la modernización socialista.
Por primera vez, bajo la conducción de Deng Xiaoping, el máximo órgano de dirección política del país se proponía hacer un cambio radical y trazar el rumbo estratégico necesario para sacar a China del marasmo en que se encontraba. Deng consideró que ese Congreso era el más importante de la historia, sólo comparado con el VII realizado en 1945 bajo tutela de Mao Zedong y en el que se diseñó la política que llevaría al PCCh a la toma del poder en el milenario país.
Deng expuso que las tres grandes tareas a enfrentar serían: acelerar la modernización socialista, esforzarse por reunificar el país reincorporando a Taiwán y luchar contra el hegemonismo y en defensa de la paz mundial.
Para ello proponía que en los próximos veinte años, es decir hasta fines del siglo XX, el país debía empeñarse en cuatro grandes tareas:
- Efectuar la reforma estructural de los organismos y de la administración económica.
- Revolucionar el contingente de cuadros de dirección del Estado y el Partido, rejuvenecerlo, y dotarlo de conocimientos culturales y profesionales.
- Fomentar la idea socialista en lo espiritual y
- Golpear duramente las actividades delictivas en contra del socialismo en el campo económico y en otras áreas, rectificando el estilo de trabajo del PCCh y consolidándolo sobre la base de la aplicación de los nuevos estatutos que se habrían de aprobar.
En la práctica, se trataba de mejorar los resultados económicos, cuadruplicar el valor global de la producción industrial y agrícola, hacer una adecuada planificación por lo menos hasta 1985, desarrollar la producción de energéticos y encarar la construcción de obras de importancia esencial.
La modificación del eje de desarrollo y la puesta del énfasis en estas tareas planteaba la necesidad de reorientar los recursos financieros, incluso extrayéndolos de obras de carácter local que no iban a conducir a resolver el problema fundamental.
En lo inmediato se debían comenzar los trabajos preliminares para la fundamentación técnico-económica de las obras, así como su prospección y diseño, para lo cual era básico agrupar el recurso humano y avanzar hacia una correcta orientación, concentración y centralización de los científicos en las obras estratégicas, incluso atrayendo profesionales y expertos extranjeros para la mejor conclusión de los proyectos.
Esto se debía llevar adelante en la industria, pero sobre todo de manera urgente en los sectores rurales, a fin de fomentar la producción agrícola y piscícola aprovechando las posibilidades ilimitadas de la ciencia y la tecnología, encaminándolas de manera primordial hacia la resolución de los problemas vinculados a la producción y obtención de semillas, fertilizantes y piensos y a la diversificación de las actividades productivas.
El papel de los científicos, académicos, intelectuales y técnicos debía dar un salto gigantesco en cuanto a la organización para lograr su óptimo empleo, por lo que se le atribuyó un valor sustancial pues se consideró que en esta área existían dificultades de carácter apremiante, que debían ser enfrentadas y resueltas de manera rápida. La planificación y ejecución de las obras debían contar con una programación descentralizada, responsabilizando a universidades, institutos y centros de enseñanza superior tal responsabilidad en determinados casos que lo ameritaran.
Según la idea planteada, esta práctica derivaría en la formación acelerada de cuadros profesionales de dirección en distintas áreas de la economía, lo cual obligaba a un control permanente que condujera a la evaluación y promoción de los mejores y más destacados.
Aunque originalmente el plan se diseñó en dos fases de diez años, la primera de carácter preparatorio, donde se debía planificar las obras y establecer sus formas de financiamiento, en los hechos, el mismo se ejecutó en tres etapas:
- De 1978 a 1984, se llevaron adelante las reformas iniciales, descolectivizando la propiedad agrícola, abriendo el país a la inversión extranjera y admitiendo la creación de empresas privadas. En este período, aumentaron los precios de los productos agrícolas, se estimuló el consumo, y se desarrolló la industria local, con lo que aumentó la productividad rural, a partir de lo cual, se redujeron ostensiblemente la disparidad de ingresos entre la ciudad y el campo, mitigando la polarización entre estas dos áreas.
Las reformas de esta etapa, en particular las que se introdujeron en los sectores rurales se basaron en prácticas tradicionales chinas, tendiendo a la aplicación de principios de igualdad.
- De 1984 a 2002, básicamente se realizó el proceso de reforma industrial gradual y la ampliación de la apertura al exterior. A partir de ese momento, se pasó a una fase urbana que se consideró decisiva en el proceso de reforma y apertura. Se descentralizaron los poderes y los intereses, se produjo una redistribución de los logros sociales y económicos a través de transferencias a intereses privados, mientras que el gasto público centralizado se redujo considerablemente, y se les dio mayor protagonismo a los gobiernos locales.
- De 2002 a 2012, fase en que se le dio un superlativo impulso a la modernización, se hizo una mayor cantidad de privatizaciones, se levantó el control de precios, y se limitaron las políticas proteccionistas y reguladoras, pero se consolidó el mantenimiento de los monopolios públicos en las áreas estratégicas de la economía y la defensa y se fortaleció la lucha contra la pobreza apuntando a una disminución de la desigualdad económica.
La realización del XVIII congreso del PCCh en 2012 y las sesiones del año 2013 de la Asamblea Popular Nacional (APN) y del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh), máximos órganos legislativo y consultivo respectivamente del país, así como la elección de Xi Jinping como Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de China, Presidente de la República y Presidente de la Comisión Militar Central del PCCh, marcaron un punto de inflexión y la entrada a una nueva etapa en la historia de la República Popular China, signada por la búsqueda de la realización del “sueño chino”. Pero esa, es otra historia.